martes, 12 de marzo de 2013

MALETEANDO

Hacer maletas. Es una tarea tan...odiosa. Pensar qué te llevas, qué no te llevas, abrigo por si hace frío, pantalón corto por si hace calor...¡el pijama! ¡No te olvides del pijama! Luego está esa chaqueta que no te pega con nada pero que quieres llevar desesperadamente, ¿y qué haces? ¿la llevas? Venga sí, que no ocupa tanto espacio...¿y unos tacones? igual son necesarios, venga, "pa dentro". Y cuando has terminado, principalmente porque no cabe ya ni un alfiler en tu maleta, te das cuenta de que se te ha olvidado el neceser. O el paraguas. O las botas. Sea lo que sea, te vuelve loco.

Hacer la maleta solo trae quebraderos de cabeza. ¿No podrían vender maletas ya hechas? Maleta de playa, maleta de negocios, maleta de escapada romántica, maleta para dar la vuelta al mundo...yo las compraría. Bueno, en realidad no.



Pero hacer la maleta, implica que te vas a algún sitio; que sales de tu casa, de tu vida normal, para hacer algo nuevo, para vivir una aventura. A veces, si hay suerte, un gran viaje que puede cambiar tu vida; otras, una simple escapada. Sea por el motivo que sea, a mí me encanta viajar, y hacer la maleta es una parte imprescindible de ello. No te hará soñar, no aprenderás mucho haciéndola, no será super divertido pero...¿cómo te las apañarías sin ella? No busques excusas (como hago yo), por mucho que pospongas la tarea, al final tendrás que hacerla.

Ya veis, yo me aburro tanto haciendo maletas que me he puesto a escribir un blog. Y mi maleta ahí está, en el suelo de mi habitación, diciéndome "lléname, llénameee"... pero nada, no hay manera.